jueves, 25 de junio de 2009

A medias

Yo le daba todas las mañanas media taza de mi café, a medio paso entre el cortado y con leche, azúcar apenas, no demasiado caliente; media zucarita, media tostada y una medialuna entera (porque esa ya es media)
Medio buen día del que decía desganada en casa, y un cuarto de cepillo de dientes;
Todos mis pasos hasta la parada del 44, el boleto hecho un bollito;
Cada palabra y las medias de lana, mi bufanda rosa,
medio paraguas cuando llovía, mis lágrimas cuando lloraba;
Pero no era a medias que lo quería, sino de a montones, de a toneladas...
No sé porqué él decía que mi amor era como un caracol, lento pero baboso, que no camina pero igual avanza, despacito, despacito... y que se queda en la mitad porque no puede, aunque quisera, llegar a verte, acostarse en tu cama, dormir hasta el mediodía y perderse de mis mañanas, las únicas que te dan de mí a mitades, esas que a vos no te alcanzan.

4 comentarios:

Carolina dijo...

es hermoso Lauri

Carolina dijo...

con este voy a hacer el segundo rizoma en mi vida, que emocionante. me encanta jugar con las palabras, además las tuyas tienen como mayonesa.

Nice dijo...

Qué ternura Morrón, me encanta ser tu rizoma!
(gracias Gute por darnos rizoma ;)

Carolina dijo...

Detesto todos mis pasos hasta la parada del 44 para llegar a verte, lentos pero babosos como un caracol. Esos pasos que a vos no te alcanzan. A medio tostado paso entre el cortado y con leche.
No sé porqué él decía que no camina pero igual avanza. Estoy segura que él quisiera perderse de mis mañanas y dormir hasta el mediodía.
También detesto mis lágrimas cuando lloraba de a toneladas de a montones, las únicas que te dan de mí cada palabra a mitades. ¿Por qué mi amor no puede, acostarse en tu cama, no demasiado caliente y se queda en la mitad? Apenas azúcar.
Él decía: “Yo le daba todas las mañanas medio paraguas cuando llovía, media tostada cuando tenía hambre. Pero no era a medias que lo quería, entonces pensé que tal vez lo que quería era un cuarto: un cuarto de cepillo de dientes. Pero no: ella quería una medialuna entera, la taza de mi café, mi bufanda rosa. Despacito despacito se me ocurrió regalarle mi boleto, hecho un bollito.”