sábado, 30 de mayo de 2009

Vueltas III

Estas vueltas, y el pragmatismo que se nos escapa de las manos, todas las veces, todos los días. Las manos, tus manos de papel, ¿sabés? La lluvia pececito, la lluvia...

Te lo digo ahora: estas carreras sin horizonte a veces te llevan a ningún lado, y en el mejor de los casos. Porque también pueden llevarte a todos los lados juntos, y eso puede resultar aún más desconcertante, ¿todos o ninguno?, la infinitud de alternativas que paraliza a cada paso que no puede darse, porque paraliza. Y uno inventa razones, uno planea estrategias, pero ante la proliferación de acciones posibles la respuesta es siempre menos uno, o cero, y ya no sé cual es peor, la multitud que arrastra hacia atrás, hacia el negativo, o quedarse en cero para no morir en el intento. Uno en cambio es por lo menos positivo, UNO, no hay abismo de cantidad, no hay opciones, es fácil, y es positivo, es uno; también dos es una posibilidad igualmente ventajosa, DOS además se hacen compañía, casi mejor que uno diría, pero no, uno está bien también. ¿A dónde íbamos? Ah, cierto, a ningún lado, habíamos quedado pegoteados en la manteca de las alternativas sin fin, buscábamos un rumbo, desplegado y caótico pero rumbo al fin, rumbo al comienzo, buscábamos un equilibrio entre el todo y el nada que tan inocentemente se nos ofrece, buscábamos y no encontrábamos.

jueves, 21 de mayo de 2009

Para Morrón

Estamos corriendo. Sólo veo blanco.
Mis pies fríos, tus pies fríos, un tercer par de pies, fríos.
Cada vez más blanco, cada vez más frío, y el tercer par entre los dos, la nieve que cae, ¿dónde estás? No te encuentro, acá todo es blanco, no veo tus ojos, me faltan tus pies, las huellas se borran y el viento se lleva mis gritos con él.
Gris, vos blanco y yo gris y la nieve que sigue cayendo pero te veo, ahora te veo, hay un par tercero, te abrazo pero hay otros pies, fríos como los tuyos, como los míos, como los nuestros.
Me despierto, Leandro, me despierto.
No te fuiste; por eso estamos corriendo.

jueves, 14 de mayo de 2009

Aventuras de un límite que se fue

Ando con mis límites por fuera. Y cuidado, porque caes dentro de mi perímetro y quién te encuentra. Habrá que ver quién te encuentra si yo me hago la tonta y te me escondo, y me te escondo, y te me fundís en mí. Te me adherís, como una curita que emparcha y se pega a la piel, y uno no se da cuenta pero queda una leve, ínfima, finita capa de pegamento de curita. Y si mis límites vuelven a su lugar y barremos un poco, y si te quedaste afuera, cómo vas a volver a entrar, si no hay puerta, no hay ventanas. Mejor andate y esperá que los límites se me vayan de nuevo y entonces, pero no. Y esperar como la soga que gira y hay que esperar para entrar porque si no es el momento justo, ¿vas a entrar? ¿vas a entrar aunque no lo sea? o te quedás calculando la probabilidad. Y siempre puede pasar que llueva, que el pegamento se vaya, que no quede nada para recordarme que estuviste acá, y entonces cómo hacemos para volver a encontrarnos, si ya te fuiste a esperar, si estas sentado en un banquito esperando y yo no tengo más pegamento, no tengo más. Cómo te llamo desde acá, no sé como llamarte para que vuelvas a entrar y esta vez te quedes un ratito más. No se cómo llamarte así de tan lejos, pienso que quizás si gritara pero es tan lejos que ni eso, es que ahí estas a unos pasos pero no puedo ni verte, es gritar y que no me escuches, es ese lejos, no las distancias de los mapas, no los relojes y los aviones, es otra cosa, es esto nosotros. Y de repente algo se escucha, y no se si viene de mí o de vos, y los cafés se vuelcan y el teléfono suena y tengo sueño. Y es que te fuiste y ya te cerraste, ya te encerraste, te me fuiste y yo no me voy a quedar sosteniendo la puerta para que no se cierre, no quiero, no puedo, vos te vas y yo no me quedo, si te fuiste, para que me voy a quedar y esperar con la puerta abierta, y de que puerta me hablás si esto no tiene ni ventilación ni almohadas, y hace calor, hace calor. Un calor insoportable hace en este mi cuerpo que por jugar con sus límites deja entrar cada cosa que después, mirá el despelote que se arma, y quién lo hubiera imaginado si los límites no son para andar jugando a alejarselos. Y me decís que si me voy vos no volvés, y que sólo te quedas porque yo estoy acá y claro, qué pensabas, que no me doy cuenta de que somos vos y yo. Y mis límites tienen un límite, y hasta acá llegaron, acá se quedan, y las curitas ya no pegan, no, no pegan. Andate y si querés esperá, pero esperá otra cosa porque yo así no.

For the Snark was a Boojum, you see.

They sought it with thimbles, they sought it with care; 
They pursued it with forks and hope;
They threatened its life with a railway-share; 
They charmed it with smiles and soap.

Lewis Carrol, "The Hunting of the Snark".